En las últimas décadas, la alimentación y el ejercicio físico se han revelado como pilares básicos en la prevención y tratamiento de enfermedades relevantes como, por ejemplo, la obesidad y la osteoporosis. En los capítulos anteriores hemos señalado los objetivos fundamentales que deben perseguir tanto el ejercicio físico como la alimentación si se quiere tener éxito en la prevención y tratamiento de estas y otras enfermedades. En este capítulo seguiremos hablando de ejercicio físico y alimentación pero esta vez vamos a centrarnos en la alimentación más adecuada para una persona que hace ejercicio físico regularmente, bien sea como actividad de ocio y tiempo libre, sin ánimo de competir, o bien como programa de entrenamiento físico con el objetivo de la competición. Empezaremos con 5 preguntas fundamentales…
¿Qué alimentación es la más recomendable para una persona que hace ejercicio físico suave- moderado (camina, hace footing, nada…) sin el objetivo de la competición?
Y si hablamos de la competición deportiva, ¿la alimentación diaria influye en el rendimiento físico de un deportista?
¿Una persona que toma suplementos de vitaminas y mienrales tiene más energía?
¿Cómo puede estar segura una persona de que no tiene un déficit de alguna vitamina o mineral?
¿Un deportista necesita más vitaminas/ minerales y proteínas diariamente que un sedentario?